Este diseño, que se remonta a finales del año 2016, es uno de los primeros proyectos que tuve el honor de realizar para la Venerable Hermandad de María Santísima de la Esperanza, de Cuenca. En el seno de su Junta de Gobierno comenzaba entonces a gestarse la idea de una renovación estética y patrimonial que desembocaría, poco tiempo después, en la formación de un Taller de Bordado propio, del que hoy se puede decir que está plenamente consolidado, y es un orgullo para la corporación. Desde el primer momento, la Junta de Gobierno me planteó la necesidad de sustituir el antiguo senatus, una insignia emblemática dentro del cortejo de esta cofradía del Martes Santo conquense, por cuanto fue introducida en éste y, de hecho, en los desfiles pasionistas de la ciudad, por el añorado fundador de la corporación, el sanluqueño José María de Diego Lora. La pieza en cuestión tiene una escasa relevancia técnica, pero atesora un enorme valor histórico y sentimental para los hermanos y devotos de la Virgen de la Esperanza, por lo que la intención de la Junta de Gobierno era conservarla y, en su lugar, realizar una nueva que reuniera unos valores artísticos notables y fuera más acorde con el estilo que se quería dar al patrimonio de la corporación.
Haciendo mía la intención de los responsables de la Hermandad, y contagiado de su ilusión por dar a esta insignia un papel importante dentro de su cortejo, realicé este diseño de corte clásico juanmanuelino, que quiere volver al origen y la esencia de esta peculiar tipología de insignias, cuya invención ha sido atribuida en reiteradas ocasiones, precisamente, al genial proyectista y bordador hispalense Juan Manuel Rodríguez Ojeda (1853-1930), el que fuera el gran renovador de la estética cofrade, si bien existen numerosas pruebas de que su introducción en los cortejos procesionales es anterior en el tiempo. El senatus no es sino una reinterpretación moderna del signum romano, una enseña de las legiones que llegó a tener una importancia capital dentro de las mismas, al concentrar en un mismo objeto valores utilitarios, simbólicos e, incluso, religiosos. Los signi más antiguos eran largas varas de madera coronadas por símbolos de metal, como lobas capitolinas, águilas u otros motivos parecidos. Pero, sobre todo a partir de la reforma emprendida por el cónsul Cayo Mario (157 a.C. – 86 a.C.), en la que el ejército romano se profesionalizó adquirió la estructura que lo convertiría en el ejército más poderoso de la Antigüedad, a esas insignias tan sencillas se les añadió un distintivo de tela o metal llamado vexillum, en el que figuraban inscripciones alusivas al cuerpo militar al que el signum representase. Cuando esta parte era de tela, iba generalmente unida a la vara vertical mediante un travesaño o astil también metálico, fijado en posición horizontal.
Partiendo de esa estructura del signum romano, he planteado una reinterpretación en clave barroca, donde ese travesaño queda convertido en una sinuosa cornisa de plata, compuesta por roleos, una moldura clásica de hojas de acanto, y unos carnosos acantos que brotan de las molduras, pero se enroscan hacia arriba quebrando las dos secciones en las que se divide la cornisa. Cuelga de esta pieza el senatus propiamente dicho, concebido como ese vexillum de los estandartes legionarios romanos, pero nuevamente reinterpretado en clave barroca, cofrade y, como ya se ha señalado antes, juanmanuelina. Así, vemos una cenefa exterior compuesta por piñones quebrados, rematados y salpicados por hojas de acanto que se enroscan sobre ellos. Dicha cenefa armoniza perfectamente con la cornisa antes descrita, conformando con ella el límite externo de la pieza, que en la parte baja está formado por secciones curvas, al modo de las bambalinas de un palio. Al interior de la cenefa vemos dos motivos vegetales simétricos, muy sencillos, con zarcillos curvilíneos salpicados de acantos y caracolillos, que forman dos bandas horizontales, una pegada a la cornisa y otra a la parte inferior de la cenefa. Entre estas dos bandas campea la inscripción S.P.Q.R, Senatus Populusque Romanus, en letras capitales compuestas por acantos, que recuerdan a las letras capitales de los incunables del siglo XVI. Para unir o armar todos los elementos del diseño, una fina malla cubre el fondo de terciopelo verde. El borde inferior del senatus presenta un fleco de canutillo y canelón, muy airoso y alegre, del que penden cinco elegantes borlones con el tocón de orfebrería plateada y el fleco de canutillo.
El diseño original quedó en poder de la Hermandad y, cuando comenzó su andadura el Taller de Bordado de la misma, se consideró oportuno retrasar su hechura para cuando fuese posible bordarlo a realce. Finalmente, ese momento ha llegado, ya que los hermanos y devotos que forman parte del taller comenzaron a bordar esta pieza a realce en hilo de oro entrefino en el verano de 2019. Los trabajos están muy avanzados, de manera que se espera que el nuevo senatus se estrene en la Semana Santa de este año 2020. Hay que decir que, de momento, la pieza será fijada al varal del actual senatus pero que, en el futuro, se diseñará un varal propio que complete la insignia y abunde en la idea de reinterpretar el signum romano.