La idea de realizar una nueva saya para María Santísima de los Desamparados, titular mariana de mi querida Hermandad del Silencio de Madrid, surgió durante los primeros compases del proceso de ejecución del nuevo estandarte corporativo de la corporación, cuyo diseño tuve también el honor y el gusto de realizar, y que puede verse aquí. De hecho, el boceto original de esta saya lo hice prácticamente al mismo tiempo que el de la insignia, si bien se consideró oportuno que el taller de bordado propio organizado por la Hermandad comenzase su actividad centrándose en el bacalao, que era más urgente, y que la saya se abordase más adelante. Finalmente, el pasado año 2019 se pudo, por fin, acometer tan ansiado proyecto, que pronto dará sus frutos, ya que las labores de bordado de esta nueva saya, que será, de hecho, la primera saya bordada de su ajuar, están muy avanzadas en el momento de la publicación de esta entrada.
La primera pieza bordada dentro del ajuar de una dolorosa es siempre muy importante y especial, por cuanto determina la base sobre la que se levantará el estilo general del ajuar de la Sagrada Imagen. Obviamente, esto no quiere decir que el estilo de esta primera pieza deba tomarse como un canon cerrado, siguiéndose al pie de la letra en el resto de piezas que vengan a incrementar este ajuar en el futuro; pero sí es verdad que se trata de un punto de partida y, como tal, determina el rumbo que tomará el intrincado camino de búsqueda de la belleza y la excelencia que debe ser la construcción de la identidad estética de una dolorosa. En este caso, se optó por un estilo ya clásico dentro del mundo cofrade, el estilo juanmanuelino, que bebe de la obra de Juan Manuel Rodríguez Ojeda y de la personal reinterpretación que éste hizo de los modelos del bordado en oro tardorrenacentista y barroco en el que se inspiró. Es más, se ha intentado acercar el aire de esta saya al de las piezas del periodo intermedio de la obra de este grandísimo genio, quizás la etapa de plenitud y más prolífica de su trayectoria creativa, a medio camino entre los moldes decimonónicos desde los que partió y el gran abigarramiento de su última época, de mayor carácter regionalista.
El resultado es una saya sumamente elegante y de aire muy clásico, que presenta una cenefa inferior o guardilla muy habitual en las sayas dibujadas por Juan Manuel, que en este caso está enmarcada entre dos galones lisos y tiene fondo de malla. En ella vemos tres motivos vegetales iguales, compuestos por hojas de acanto y roleos, y encadenados mediante nudetes en forma de anilla. Esta cenefa se repite en las mangas, siendo la única decoración de las mismas, lo que le da a la saya una gran homogeneidad y aumenta esa sensación de equilibrio, de sencillez y clasicismo que quería imprimir en ella.
Sobre la cenefa se dispone el motivo principal de la saya, que es simétrico y está formado por tres ejes, siendo el central el dominante. Ese eje central lo ocupa un tallo recto y continuo que recorre de abajo arriba todo el motivo, y del que parten hacia ambos lados zarcillos salpicados de acantos y roleos. En su mitad superior se abre en el tallo un amplio jarrón, cuyas trazas son típicamente juanmanuelinas, del que brotan flores y hojas de colores, así como la sección final del tallo central, que se divide en tres para rematar la pieza por su cima. En cuanto a los laterales de la saya, están ocupados por varios tallos curvos que se enroscan, se abrazan y se conectan unos con otros. Hay, por tanto, un llamativo contraste entre el eje central, dominado por la continuidad y la línea recta, las formas amplias y extendidas; y los ejes laterales, donde predominan los motivos aislados, sinuosos y de pequeño tamaño. Ese contrapunto visual dota al motivo principal de una sensación muy orgánica de profusión y movimiento, ideada para transmitir una idea de riqueza y abundancia.
Lo que nos conduce al elemento más distintivo de la pieza, al que se debe su nombre: las cuatro cornucopias que se disponen a ambos lados del eje central, que complementan y flanquean al jarrón superior y configuran, junto a él, una composición piramidal. Las cornucopias o cuernos de la abundancia son elementos tradicionales del arte europeo occidental que proceden de la Antigüedad clásica, donde aparecían como elementos alusivos a la regeneración o renovación de la vida natural, la fertilidad y la riqueza, motivo por el que fueron distintivos en las representaciones de numerosas divinidades, en especial la diosa de la agricultura, Ceres o Deméter, o la diosa Fortuna. Incorporadas al arte cristiano, se convirtieron en símbolos de las abundancias o gracias espirituales, que todos los creyentes y devotos aspiramos a lograr a través de nuestra Fe. En el caso de la saya, de cada una de las cornucopias brotan ramilletes de flores y hojas similares al que nace del jarrón central.
El diseño original fue realizado en 2016 y, desde entonces, ha cambiado muy poco. No obstante, aquí se muestra una versión definitiva, realizada en 2019, en la que se han incluido algunas pequeñas variaciones del boceto primigenio surgidas durante el proceso de bordado de la pieza, cosa que suele ser habitual cuando se traspone el dibujo al bastidor. También se ha incorporado una cinturilla completamente nueva, que es la que se ve en este dibujo, mucho más armoniosa que la primigenia. La cotilla irá bordada sobre malla, y está formada por varios tallos curvos que se enroscan y entrelazan entre ellos formando una composición muy alegre, que tiene en su centro, en el cruce de dos roleos, una flor central.
Ambas piezas del conjunto, saya y cinturilla, están siendo bordadas en la técnica de aplicación, aunque con algunos toques de técnicas propias del realce, por el taller de bordado de la Hermandad, y se podrán ver ya terminadas en breve.