A raíz del encargo para el diseño y realización del Estandarte Corporativo de la Hermandad de San Fernando de Cuenca, el Hermano Mayor de esta joven corporación letífica, Daniel De la Morena Gómez, gracias a cuya confianza me embarqué en aquel proyecto, me propuso realizar el diseño de una saya para su devoción particular, una réplica en miniatura de la Virgen de la Esperanza Macarena de Sevilla a la que él llama cariñosamente “su Macarenita” y para la que está intentando crear un ajuar único, con gusto, criterio y calidad. Como no podría ser de otra forma, y como macareno que soy, recogí el guante, y me puse a trabajar con la misma ilusión y las mismas ganas que si el encargo hubiera ido destinado a la mismísima Reina de San Gil.
Desde el primer momento tuve claro que no quería hacer la réplica o reducción de una saya de tamaño natural, sino una saya específicamente diseñada para esta imagen. Y es que, si bien es cierto que un diseño, cuando es bueno, puede funcionar a cualquier escala, aunque necesite un trabajo de adaptación y hasta de simplificación; no lo es menos que no se diseña de la misma forma una pieza pequeña que una de gran tamaño, ya que cada escala exige y permite soluciones, técnicas y efectos distintos. Así, por ejemplo, un imaginero que realiza una obra de tamaño académico no se limita, exclusivamente, a modelar las formas a menor escala, sino que pretende obtener una pieza caracterizada por su delicadeza y detallismo. O un bordador no enfoca de la misma manera una toca de sobremanto, que debe ser un trabajo puntilloso y preciosista, que en un manto de salida, donde hay que cubrir una gran superficie de tela. Al final, en muchas ocasiones, las réplicas en miniatura de piezas de tamaño natural pierdan parte de sus atributos más importantes en el proceso de reducción, con la consiguiente merma que ello conlleva en el efecto buscado por el diseño. Esto era, precisamente, lo que quería evitar.
A partir de esta premisa, he planteado una saya marcadamente juanmanuelina, que remite de forma clarísima a las piezas del impresionante ajuar que posee la Esperanza Macarena de Sevilla, y a esa identidad estética que le confirió el gran Juan Manuel Rodríguez Ojeda a principios del siglo pasado. De hecho, al tratarse de la primera pieza de entidad que el comitente adquiere para su devoción particular, he querido trazar un paralelismo entre ésta y la primera fase de la profunda reforma que el gran genio hispalense imprimió a su Hermandad de la Macarena. Es por ello que el diseño de esta saya recuerda, en muchos aspectos, a la conocida como saya “del azulejo” que Rodríguez Ojeda realizó en el año 1900, a juego con el espectacular manto camaronero, pieza destruida en 1936 y recuperada en el año 2000 mediante una réplica que realizó el taller de Sucesores de Elena Caro. De hecho, la idea es confeccionar próximamente un manto de malla a juego con esta saya, rememorando así aquel primer conjunto verde y blanco que llevó la Macarena, con el que Juan Manuel revolucionó no solamente la forma de vestirla a Ella, sino también la de ataviar a todas las imágenes marianas, y especialmente a las dolorosas pasionistas.
La saya presenta una cenefa inferior enmarcada por dos galones, en la que se engarzan unas clásicas “eses” salpicadas de pequeñas hojas. Esta forma de cerrar el límite inferior de la pieza es muy característica de las sayas más clásicas de Juan Manuel, como la de color granate que posee la Virgen de la Hiniesta Dolorosa, que se bordó en 1916. El motivo principal se levanta sobre la cenefa y presenta una composición muy clara, estructurada en torno a un eje central en el que figura, como motivo más importante, una macetilla con dos margaritas y una rosa. Este elemento es un clásico en las obras de Juan Manuel, aunque pertenece ya a su segunda etapa creativa. Jugaba un papel importantísimo en el desaparecido palio rojo de la Macarena, de 1908, y tiene un papel protagonista en el manto verde “Esperanza Nuestra”, confeccionado por José Guillermo Carrasquilla en 1962, precisamente a partir de piezas de aquel palio, y del que realizara Victoria Caro en 1941.
Desde el eje central parten los cuatro tallos o zarcillos que forman la trama vegetal, que es muy diáfana, sin los entrelazamientos que caracterizarían las obras más tardías de Juan Manuel, por otra parte difíciles de lograr en una escala tan pequeña. Los dos tallos inferiores parten de un nudete en forma de flor que hay bajo la macetilla, y se enroscan a ambos lados del eje central. Culminan éstos, en su parte baja, en dos flores que sujetan una lazada de tela de color malva, solución ésta que se puede ver, por ejemplo, en la saya que Juan Manuel realizó en 1905 para la Virgen de la Victoria de la Hermandad de las Cigarreras; y, en su parte alta, enmarcan la macetilla con las flores. Los dos tallos superiores surgen de dos hojas de acanto que aparecen en el eje central por encima de la macetilla y discurren en sentido descendente por los laterales de la pieza, derramándose en cascada hacia la parte baja del dibujo.
La saya la estoy ejecutando yo mismo, bordándola en la técnica de recorte o aplicación, en la que me he iniciado recientemente, sobre tisú de plata, y está previsto que sea estrenada durante el próximo mes de diciembre. Como señalé anteriormente, el conjunto se completará con un manto de maya a juego con esta saya.